La otra cara de la música urbana: cuál puede ser su impacto psicológico y sexual en la infancia
Las letras y videos de este género tienden a hipersexualizar a las mujeres y con frecuencia, aluden al mundo del crimen y de las drogas. Es importante guiar a niños y adolescentes frente a este contenido.
Hace pocos días se viralizó una foto de una nena que llevaba un cartel que decía: “Emi soy tu fan, por vos me hago un onlyfans”. La frase está extraída de la canción “GTA.mp3″ de la cantante de trap Emilia Mernes, que dice así:
Empezamo’ por el pole dance
Este show estaba sold out
Con la cámara prendida, nos sentimo’ como pornstars
Soy tu fan, por vos me hago un Only Fans
Pa’ que todos puedan ver lo rico que me comés
Nuestra pose en 4K en tu BMW
Vamo al asiento de atrás, nos ponemos Triple X…
La preocupación por la exhibición del cartel se focalizó en el Onlyfans, porque se trata de una plataforma paga de contenido erótico para adultos donde los usuarios comparten imágenes y videos sexuales. La niña, que parecía no tener más de 9/10 años, sonreía con el cartel emocionada de ir a ver a su cantante preferida, inconsciente de la sexualización y estigmatización que portaba.
El género musical trap, que está dentro de la llamada música urbana, es de gran influencia social por el fuerte impacto que ha causado primero en los adolescentes, y luego también ha penetrado en los niños. Se pueden ver imágenes en las distintas redes sociales de niños y niñas “perreando”. El término “perrear” se refiere a un tipo de baile que se compone de movimientos sensuales y rítmicos. El término deriva de “perro”, haciendo alusión a los movimientos de apareamiento de los perros, en la última década se ha convertido en una forma muy popular de baile.
La música de trap utiliza una variedad de símbolos y gestos que están fuertemente ligados a la cultura urbana y, en muchos casos, en el gangsta rap, al mundo del crimen y las drogas.
Estos símbolos pueden incluir:
- Dinero. Frecuentemente representado como signo de éxito y estatus.
- Armas. Utilizadas como símbolo de poder y protección.
- Drogas. A menudo mencionadas y glorificadas en las letras, representando tanto una vía de escape como un signo de estatus.
La ropa de marca, joyas ostentosas y autos caros son recurrentes en la iconografía de este tipo de trap. Los gestos y la estética visual que acompañan suelen reforzar estos símbolos, utilizando señales de mano, vestimenta específica y videoclips que enfatizan estos puntos.
Lo que en general preocupa a padres y educadores y encendió el alerta por esta foto viral es la hipersexualización: muchas letras y videos de trap tienden a hipersexualizar tanto a hombres como a mujeres, pero especialmente a las mujeres, reduciéndose, en muchos casos a meros objetos de atracción física.
Pero también en todo este negocio lo que se venden son cuerpos. Las letras y los videos de trap a veces objetalizan el cuerpo, presentándose solo como un objeto de deseo y consumo. Esto puede afectar la forma en que los niños y adolescentes ven sus propios cuerpos y los de los demás. Ciertos estilos de trap refuerzan estándares de belleza, promoviendo una estética particular que incluye cuerpos musculosos y tonificados para los hombres y curvilíneos, sexys, deseantes y esbeltos para las mujeres.
La música y sus símbolos siempre han acompañado la rebeldía púber y adolescente con letras y vestimenta que han escandalizado al mundo de los adultos. Aunque muchos hijos de generaciones pasadas escuchaban y vestían como Kiss, finalmente “no mataban pollitos”, ni se convertían en personas agresivas, como la iconografía sugiere. Por ello es necesario mensurar el análisis de este fenómeno.
El impacto de la música de trap en la salud mental de los jóvenes ha sido objeto de investigación por parte de diversas universidades y centros de estudio.
Una de ellas es el estudio de la Asociación Americana de Psicología, publicado en 2018 (”Who Enjoys Listening to Violent Music and Why?”, de Thompson y colaboradores), que sugiere que la exposición a letras de música violenta se ha relacionado con problemas emocionales y de comportamiento, incluida la agresión, el abuso de sustancias, las conductas sexuales de riesgo y el suicidio. Este estudio encontró una relación entre las letras de canciones violentas y un aumento de pensamientos agresivos y sentimientos de hostilidad.
También otros estudios valoraron lo que el trap puede ofrecer, una forma de identidad y pertenencia, especialmente entre aquellos que se sienten marginados por la sociedad. Otros estudios sugieren que la música de trap puede ayudar a los adolescentes a desarrollar habilidades sociales y emocionales al identificarse con las historias de superación y resistencia presentes en las letras. Otras investigaciones han demostrado su eficacia en musicoterapia con resultados favorables.
Finalmente, la mayoría de las investigaciones sugieren que las letras violentas en la música, aumentan la ira y la agresividad y disminuyen las emociones positivas, pero otros estudios proponen lo contrario: que las letras prosociales aumentan la empatía y el estado de ánimo positivo.
Pasa lo mismo con el diseño de los videojuegos, desafíos virales, cuidado de la piel en niñas y en la narrativa preponderante que exalta la violencia, el éxito y la belleza en un solo formato, heteronormativo.
En la infancia y adolescencia solemos escuchar música que nos agrada, pero que repetimos sin comprender del todo la letra y quizá mucho tiempo después nos damos cuenta lo inapropiadas que eran para nuestro grado de inmadurez.
Así como cuidamos a los niños y niñas para no estar expuestos a películas clasificadas para mayores de edad, o a espectáculos que son solo para adultos, quizá sea momento de replantearnos esto en relación con la música que no es adecuada para la infancia y adolescencia. Este tipo de música hoy está sostenida por un embalaje multimedia con alta carga erótica y violenta que los niños y niñas no solo no pueden metabolizar, sino que repiten naturalizando poses, gestos y prácticas, que los deja muy expuestos al bullying y a otras formas de violencia.
Es crucial que padres, educadores y profesionales de la salud seamos conscientes de estos efectos y trabajemos para proporcionar un entorno de apoyo que mitigue los posibles impactos negativos en niños y adolescentes. Promover contenidos que fomenten el respeto, el autocuidado, la igualdad y el bienestar emocional, es esencial para el desarrollo de los niños y niñas. La música, como forma de arte y expresión cultural, tiene el poder de moldear nuestra visión del mundo, y debemos ser conscientes de los mensajes que transmitimos y su impacto, la infancia y adolescencia.
* Sonia Almada: es Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.
Fuente: Infobae
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