Luis Balderrama: la mirada experta sobre Salamone en el Sudoeste bonaerense
El investigador de Coronel Dorrego explora el impacto social y político de las icónicas construcciones de Francisco Salamone a lo largo del sudoeste bonaerense.

Luis Balderrama, oriundo de Coronel Dorrego y licenciado en Ciencias Políticas, ha dedicado los últimos años de su carrera a investigar y divulgar la obra monumental de Francisco Salamone. Autor del libro Gigantes de Pie: Francisco Salamone, el arquitecto de las pampas, Balderrama explora en diálogo con Radio del Volga el impacto social y político de estas construcciones y el contexto histórico en el que se erigieron.
El Cementerio de Azul Crédito: Roberto Alejandro Sambuchi
"Mi interés por Salamone surge a partir de mi trabajo previo sobre la historia local y regional," cuenta Balderrama. "Uno de mis primeros proyectos abordó las luchas obreras de los años 20 en Dorrego, Bahía Blanca y Coronel Pringles. Fue durante estos estudios que me topé con las obras de Salamone en Saldungaray, y desde entonces me sentí atraído por su estilo único."
Salamone y el poder estatal
Salamone es conocido por diseñar una serie de edificaciones que destacan por su monumentalidad y funcionalidad, entre ellas cementerios, mataderos y palacios municipales en más de 25 localidades bonaerenses. Sus obras, que abarcan desde 1936 hasta 1940, se erigen como símbolos del poder estatal y la modernización en plena década infame, un período caracterizado por la crisis económica y la corrupción política en Argentina. "Lo interesante de Salamone es cómo sus edificaciones se inscriben en el marco de un Estado conservador que, paradójicamente, apostó por grandes obras públicas," explica Balderrama.
Municipalidad de Pellegrini Crédito: Roberto Alejandro Sambuchi
El contexto en el que Salamone desarrolló su trabajo no es menor. El arquitecto operaba en una Argentina que buscaba modernizarse tras la crisis de 1929 y en medio de un mundo sacudido por los conflictos internacionales. "La década del 30 fue un período de reconstrucción y desarrollo estatal. Tras la crisis económica global, el gobierno de la provincia de Buenos Aires, encabezado por el conservador Manuel Fresco, decidió impulsar la construcción de edificios públicos como una manera de reactivar la economía," señala Balderrama.
Iconos de modernización
Salamone fue uno de los actores principales en este proceso, creando obras icónicas como el portal del cementerio de Saldungaray, el matadero de Coronel Pringles y el Palacio Municipal de Guaminí. "Una de las características que más resalta de Salamone es su capacidad para combinar la funcionalidad con una estética monumental. Sus edificios no eran simplemente utilitarios; eran expresiones del poder y la organización del Estado" agrega Balderrama.
Matadero de Epecuén Crédito: Roberto Alejandro Sambuchi
Uno de los aspectos más fascinantes del trabajo de Salamone es su visión del espacio público y la relación entre el Estado y la religión. "En muchos de sus diseños, las torres de los palacios municipales superan en altura a las iglesias locales, lo cual no es casualidad. Esto simbolizaba el predominio del poder civil sobre el religioso," comenta Balderrama. Este detalle, aunque sencillo, representa un cambio profundo en la estructura social y política de las localidades donde Salamone trabajó.
Innovaciones y desafíos
Otra de las innovaciones que Salamone trajo fue la creación de mataderos municipales que cumplían con las nuevas normativas de exportación de carne. "Antes de Salamone, la faena se realizaba de manera rudimentaria, en corrales o debajo de árboles. Con la llegada de nuevas exigencias internacionales, especialmente de mercados como el inglés, fue necesario modernizar estos procesos," explica Balderrama. Los mataderos diseñados por Salamone no solo garantizaban la higiene y la organización, sino que también transformaron el paisaje urbano y rural.
Cementerio de Laprida Crédito: Roberto Alejandro Sambuchi
A pesar de la relevancia de su obra, muchas de las construcciones de Salamone han sido abandonadas o incluso demolidas. "En el caso de la localidad de Carhué, por ejemplo, el matadero fue desmantelado y convertido en ruinas," lamenta Balderrama. No obstante, algunas de sus edificaciones siguen en pie y en funcionamiento, como el Palacio Municipal de Guaminí. "Es una pena que no se haya preservado más de su legado, pero al mismo tiempo, es un testimonio de cómo las decisiones políticas pueden influir en la conservación o destrucción del patrimonio cultural," reflexiona.
El rol del Estado en la modernización
El trabajo de Balderrama sobre Salamone también aborda el contexto económico y social que permitió la construcción de estas obras. Durante la gobernación de Fresco, el Estado se posicionó como un actor central en la modernización del país. "El Estado no solo construía edificios, sino que también organizaba la vida social y económica a través de estas obras. Los relojes en las torres municipales, por ejemplo, eran un símbolo del orden y la disciplina que el Estado imponía en las comunidades," afirma Balderrama.
Municipalidad de Alberti Crédito: Roberto Alejandro Sambuchi
Aunque Salamone es hoy en día un nombre reconocido en ciertos círculos académicos y arquitectónicos, su figura no siempre recibió la atención que merecía. "No fue sino hasta los años 90 que se empezó a revalorizar su obra," indica Balderrama. Este proceso de revalorización, aunque tardío, ha permitido que algunos de sus edificios sean protegidos como patrimonio histórico, aunque muchos otros ya habían sido modificados o destruidos.
Balderrama, en su investigación, busca no solo contar la historia de Salamone, sino también reflexionar sobre el papel del Estado en la configuración del espacio público y su impacto en la vida cotidiana. "Lo que me interesa de Salamone no es solo su genio arquitectónico, sino cómo sus obras son un reflejo del momento histórico en que se construyeron. Estas construcciones hablan de un Estado que estaba presente, que organizaba y estructuraba la vida social de una manera muy particular," concluye.
Balderrama, con su enfoque en la intersección entre arquitectura, política y sociedad, ofrece una mirada única a la obra de Francisco Salamone, un hombre cuyo legado sigue desafiando las convenciones del diseño y la función pública. "Al final del día, lo que queda es el impacto que estas obras tuvieron en las comunidades y cómo transformaron la manera en que la gente veía al Estado y su rol en la vida diaria," concluye Balderrama.