De Instagram a TikTok: La ilusión de las trampas virales que transforman la experiencia turística
Lugares diseñados para triunfar en redes sociales atraen multitudes, pero decepcionan en la experiencia real. Desde spas y hoteles hasta pueblos enteros, estas “trampas” revelan el impacto de la cultura digital en el turismo y las expectativas de los usuarios
La promesa de experiencias ideales sedujo a millones de usuarios de Instagram, transformando desde el turismo hasta el diseño de restaurantes y hoteles. Esta tendencia, analizada por un artículo de Thrillist, es conocida como la “trampa de Instagram” y prioriza las apariencias por encima de la calidad real, generando desilusiones y redefiniendo las expectativas de los consumidores.
Según Ben Davis, crítico de arte nacional en Artnet News, una trampa de este tipo se define como “un entorno artístico donde el objetivo principal es fotografiarse dentro de él”, aunque en persona resulte menos atractivo. Este fenómeno comenzó en el ámbito artístico en la década de 2010 y, con el tiempo, se extendió a otros sectores. Lugares icónicos como las salas infinitas de Yayoi Kusama, presentadas en 2012 en el Tate Modern de Londres, marcaron el inicio de una tendencia que evolucionó hacia el turismo, los restaurantes y los spas.
Diferentes hoteles y restaurantes adoptaron estos principios para llamar la atención de turistas ansiosos de documentar su paso por estos espacios, sin preocuparse demasiado por la calidad de los servicios. Según el periodista Max Tani, muchos establecimientos promocionan su imagen en Instagram, pero ofrecen habitaciones pequeñas, servicios básicos e incluso procesos de auto check-in sin personal en lugares que cuestan cientos de dólares por noche.
Melanie Todd, consultora de redes sociales, resalta cómo las preferencias están cambiando. Durante su presentación en The Restaurant Show, destacó que la estética excesivamente hermosa está perdiendo atractivo. Los usuarios buscan contenido más auténtico y espontáneo, cansados de imágenes que priorizan lo superficial. La caída de fenómenos virales como los restaurantes de Salt Bae, que alguna vez atrajeron multitudes de gente, refleja esta transición hacia un enfoque más genuino.
Muchos hoteles apuestan por una estética atractiva para atraer clientes, pero dejan de lado la atención al cliente y la funcionalidad.
La plataforma redefinió la manera en que las redes sociales impulsan tendencias, creando una nueva modalidad de “trampas” para los consumidores. A diferencia de Instagram, donde las imágenes estáticas y cuidadosamente editadas predominaban, TikTok apuesta por videos que capturan experiencias en tiempo real, transformando lugares comunes en sensaciones virales. Restaurantes, panaderías e incluso pueblos enteros como Sleepy Hollow, en Nueva York, fueron catapultados a la fama por esta plataforma.
El contenido viral provoca largas filas y calles llenas de gente que dificultan el acceso para los locales, mientras los visitantes consideran estas incomodidades parte de la experiencia. Para muchos, documentar la espera o la visita misma se convierte en el verdadero atractivo. No obstante, la tendencia demostró que no todos los lugares cumplen con las expectativas creadas en los videos, perpetuando las desilusiones que antes caracterizaban a las trampas de Instagram.
Desde una perspectiva más profunda, el fenómeno de estas trampas, pone en evidencia la influencia de las redes sociales en la percepción y comportamiento de las personas. Ben Davis lo explica como un ciclo de comparación social que aumenta la autoestima y fomenta la búsqueda de validación a través de la imitación. Al observar espacios aparentemente perfectos en las publicaciones de otros, los usuarios desarrollan una necesidad de replicar esas experiencias, aunque sean mediocres.
Una experiencia diseñada para influencers, no para usuarios. Las trampas de Instagram y TikTok se construyen como escenarios perfectos para el contenido viral, dejando de lado la experiencia real de los visitantes. (Foto AP/Alastair Grant)
Este círculo vicioso conlleva dinámicas insostenibles tanto para los consumidores como para los propios lugares. Melanie Todd señala que estas publicaciones mantienen viva la ilusión de experiencias perfectas, contribuyendo a la mediocridad y saturando la oferta turística con opciones que priorizan lo visual sobre la calidad real.
El fenómeno demuestra la capacidad de las redes sociales para influir en las decisiones y expectativas culturales. Mientras plataformas como TikTok reemplazan progresivamente a Instagram en la creación de nuevas trampas, queda en manos de los consumidores y creadores decidir si continúan alimentando esta tendencia o buscan experiencias auténticas que trasciendan la pantalla.
Fuente: infobae.com