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30 de Enero de 2025

Base Petrel: un símbolo de soberanía argentina en la Antártida

La Base Antártica Petrel, reinaugurada el 9 de diciembre de 2021 tras un incendio en 1974, refuerza la soberanía argentina en la Antártida como un puerto polimodal de logística. En 2024, la Armada Argentina realizó la operación “Hermes”, aterrizando un avión Beechcraft B-200 “Hurón” en su pista, demostrando capacidades operativas en condiciones extremas y consolidando la presencia estratégica del país en el continente blanco.

Base Petrel: un símbolo de soberanía argentina en la Antártida

DEF entrevistó al capitán de fragata Ricardo Emilio Schroeder, comandante de la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima de la Armada Argentina, unidad responsable de la planificación y la ejecución de la operación “Hermes”, como se conoce a la misión que logró el aterrizaje del avión Beechcraft B-200 “Hurón” en la Base Antártica Petrel.

El detalle: el aterrizaje se realizó como parte de las pruebas necesarias para determinar la funcionalidad de la base que, tras haber sufrido un incendio (1972), fue reconstruida y reinaugurada por el país en 2021 para consolidarse como un puerto polimodal de logística antártica.

Los vuelos a la Antártida Argentina

Es sabido que Argentina puede mantener un puente aéreo constante con el continente blanco gracias a las aeronaves de la Fuerza Aérea Argentina, principalmente el Hércules C-130, que aterrizan en el aeródromo de la Base Marambio.

Sin embargo, y con el avance de las obras en la Base Petrel, nuevos sistemas de armas están siendo probados por parte del Ministerio de Defensa. Por ejemplo, el 1° de junio de 2024, un SAAB 340 de la Fuerza Aérea logró aterrizar en Petrel. Luego, fue el turno del B-200 de la Armada Argentina.

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“Existen al menos dos antecedentes de operación de aeronaves B-200 en pistas antárticas. Ambos casos –años 2014 y 2016– fueron realizados por aviones privados y, posteriormente, se transmitió la experiencia a los pilotos de la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima (EA1V)”, contó a DEF el capitán de fragata Ricardo Emilio Schroeder.

Aviones de la Armada en Petrel

Desde la Armada explicaron que se utilizó esa experiencia para evaluar nuevas posibilidades a la hora de pensar en el sostenimiento logístico y las evacuaciones sanitarias: “En 2017 la Fuerza inició los estudios para determinar la factibilidad de la operación antártica con aeronaves propias. Entre otras variables, se consideró que las aeronaves B-200/C-12 poseen equipamiento y procedimientos específicos, previstos por el fabricante, para operar en zonas con bajas temperaturas y pistas no preparadas. Por otro lado, existen numerosas compañías de servicios aéreos que operan este tipo de aeronaves en zonas de temperaturas de características adversas, como la compañía Guardian Flight (en Alaska)”. A su vez, en la década del ‘90, la Aviación Naval Uruguaya ya había operado con su B200T en pistas antárticas.

Con esos antecedentes, la Armada Argentina se metió de lleno en la planificación de la misión: llegar con aeronaves propias a Petrel. Para ello, y en primer lugar, una delegación debió visitar y evaluar todas las condiciones de la pista.

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Finalmente, en abril del 2023 comenzó el Planeamiento Naval denominado “Hermes 2023”, que oficializó las intenciones de los aviadores navales de aterrizar en la Antártida. Finalmente, a lo largo del 2024, la tripulación pudo completar su adiestramiento y el alistamiento de la aeronave.

La selección de la tripulación para estas aeronaves navales

Además del capitán de fragata Ricardo Emilio Schroeder, la tripulación estuvo integrada por el Jefe de Operaciones, capitán de corbeta Hernán Martínez Reumann, y, como mecánicos de vuelo, el Suboficial Primero Aeronáutico Roberto Carlos Suárez y el suboficial segundo Rolando Segovia.

Un aspecto a tener en cuenta: para poder concretar la operación, en agosto del 2024 la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima realizó un intercambio de experiencias con personal de los Escuadrones de Operaciones Especiales 492 y 711 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y se comunicó, a través de videollamada, con efectivos del Comando Conjunto Antártico y de la Base Antártica Petrel. ¿El objetivo?, mejorar las capacidades para volar y operar desde aeródromos antárticos austeros y semipreparados; profundizar la coordinación entre la tripulación y el personal de Evacuación Médica o MEDEVAC; y evaluar la supervivencia en zona fría y las contingencias para viajar hacia y desde la Antártida.

¿Por qué a Petrel?

Como explicó el comandante de la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima, hay que tener en cuenta que Petrel fue fundada por la Armada Argentina y que allí, justamente, la Fuerza consolidó una pista de aterrizaje y construyó un hangar metálico. De hecho, durante las décadas del ‘60 y ‘70, tres aeronaves operaban en aquel punto del continente blanco: el DHC-2 Beaver, el DHC-6 Twin Otter y el PC-6 Porter de la Aviación Naval.

El detalle: en agosto de 1971 las tripulaciones argentinas del PC-6, destinadas en Petrel, protagonizaron la evacuación de la base británica Fossil Bluff. Aquel rescate es considerado una de las operaciones más complejas realizadas por la Aviación Naval y, de hecho, obtuvo un reconocimiento internacional.

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De todas maneras, el incendio que sufrió la Base en 1974 llevó a evacuar el destacamento. En consecuencia, a partir de febrero de 1978 la base pasó a ser transitoria.

“El 9 de diciembre de 2021 Petrel fue inaugurada nuevamente como Base Antártica y volvió a tener ocupación permanente en el 2022. Eso estuvo enmarcado dentro del denominado “Proyecto Petrel”, que se enfoca en el potencial de esta base en virtud de sus características naturales, geográficas y meteorológicas. Justamente, ellas la proyectan como un puerto polimodal de logística antártica que combina la operación de barcos, mediante la construcción de un puerto, y la de aeronaves, con la consolidación de dos pistas. Además, Petrel cuenta con un hangar y una plataforma para operación de helicópteros”, remarcó el Comandante de la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima.

Otra cuestión no menor: considerando el crecimiento de las actividades turísticas, de investigación y comerciales en la Antártida, el 14 de febrero de 2024 se firmó un acuerdo de colaboración para el establecimiento y operación de Petrel como Centro Coordinador de Búsqueda y Salvamento Marítimo.

Volar a bajas temperaturas: por qué el B200 fue a Petrel

En palabras de Schroeder, los aviones B-200 tienen distintos sistemas para proteger sus superficies de la formación de hielo en clima frío. “Para ello, utiliza tres fuentes de energía, tanto para prevenir como para disolver la formación de hielo: aire de sangrado (neumático), electricidad y gases de escape”, detalló el comandante de la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima, quien también agregó que, en relación con las superficies de sistemas que permiten disolver el hielo con aire de sangrado, se pueden mencionar el borde de ataque de las alas y el estabilizador horizontal (mediante el uso de botas inflables). De hecho, con la misma fuente es alimentado un sistema que dirige aire a los frenos para remover el hielo y la humedad que pueda haberse acumulado.

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Asimismo, el piloto de la Armada contó que, a la hora de encarar este tipo de operaciones, se pone especial foco en superficies sobre las cuales se puede formar hielo, como los parabrisas, venteos de combustible y las palas de las hélices.

“A su vez, los gases de escape son redirigidos y utilizados para calefaccionar el ingreso de aire al compresor de las turbinas. El equipamiento para la operación en clima frío se completa con intercambiadores de calor aceite-combustible y separadores inerciales que, extendidos eléctricamente, alteran el recorrido del flujo de aire que ingresa a la turbina y disminuyen la probabilidad de ingreso al compresor de hielo y otros desprendimientos del terreno”, explicó.

“Los sistemas mencionados le otorgan a la aeronave una capacidad moderada para la operación en zona fría”, dijo Schroeder, quien también insistió en que uno de los mayores desafíos es la operación en pistas de grava, ripio sobre permafrost (como son las del continente blanco).

En ese sentido, hay que considerar que el B-200 es una aeronave de ala baja cuyas palas de las hélices se encuentran expuestas a los efectos de la erosión. “No obstante, todas las aeronaves adquiridas por la ARA poseen una modificación denominada High Flotation Landing Gear. Este upgrade consiste en la modificación de las dimensiones de las cuatro ruedas pertenecientes al tren principal de aterrizaje con el objeto de obtener una mejor performance en pistas no preparadas, producto de una mejor distribución del peso de la aeronave y de un mayor despeje entre las hélices y el suelo”, señaló.

Operación Hermes: la difícil misión de aterrizar con un B-200 en Petrel

Finalmente, hacia fines del 2024, la Armada dio inicio a la fase final de la travesía, denominada “Operación Hermes”.

“Fue una gran satisfacción, la pista se comportó como estaba previsto. No se vive como hazaña, sino como un objetivo cumplido”, contó Schroeder, al tiempo que destacó que, gracias a esa operación, se pudieron comprobar nuevas capacidades para la unidad. “En este sentido, se generaron procedimientos de operación particulares y se determinó el adiestramiento para hacerlo. Además, se identificó el material necesario, repuestos críticos, pertrechos, aditivos para el combustible y otros recursos para mitigar riesgos. Todo eso en el marco de un desafío complejo, cuya responsabilidad recayó en un gran equipo integrado por: pilotos, mecánicos, operadores, técnicos y administrativos de la escuadrilla y de las unidades participantes en la operación, especialmente la tripulación del P3C de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración y las sucesivas dotaciones de la Base Antártica Petrel que, desde el 2021, trabajaron para consolidar la pista nuevamente”, concluyó.

 

 

Fuente: defonline.com.ar

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