El ingeniero agrónomo Javier Souza advierte sobre el impacto ambiental del uso intensivo de agroquímicos
Javier Souza, especialista en agroquímicos y agroecología, alerta sobre el impacto negativo de los agroquímicos en la salud y el ambiente en Argentina. A pesar del crecimiento de la agroecología, el uso de plaguicidas sigue aumentando. Destaca la necesidad de políticas públicas que promuevan un modelo productivo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

Desde hace casi 40 años, Javier Souza investiga el impacto del uso de agroquímicos y el crecimiento de la agroecología en Argentina. "Desde el año 90 hasta ahora, la superficie agrícola en Argentina ha aumentado aproximadamente un 160%, mientras que el uso de agroquímicos creció un 1.600%", advierte. Según el especialista, el modelo de producción basado en plaguicidas responde a la necesidad de maximizar ingresos, pero genera graves consecuencias ambientales y sanitarias.
El incremento en la aplicación de plaguicidas responde a múltiples factores. "El cambio climático, la incidencia de enfermedades y la necesidad de obtener altos beneficios económicos han derivado en una mayor dependencia de los agroquímicos", explica Souza. Además, señala que los costos de la tierra y la presión de inversionistas contribuyen a este fenómeno.
Sin embargo, en paralelo, la agroecología también muestra avances en el país. "Vemos un gran crecimiento en producciones extensivas como maíz, trigo y yerba mate, pero también en frutas y hortalizas", sostiene. A pesar de que este modelo productivo aún no alcanza la magnitud del convencional, Souza destaca el interés creciente de productores en métodos que respeten el suelo y respondan a la demanda de un mercado en expansión.
El agua es otro recurso en disputa dentro del modelo agroproductivo. "El agua vale más que el oro", enfatiza Souza. Explica que en provincias como La Rioja y Catamarca la puja por el recurso es cada vez más fuerte. "En muchas zonas nieva menos, lo que reduce la disponibilidad de agua de deshielo", señala. Además, menciona el conflicto entre productores agrícolas y empresas que buscan instalar cultivos de alto consumo hídrico, como el pistacho y la vid.
La disponibilidad de agua también genera tensiones en áreas periurbanas. "En el conurbano bonaerense, los barrios cerrados compiten con los productores por el acceso al agua", explica Souza. Ante este panorama, sostiene que es necesario planificar su uso y establecer controles para evitar el agotamiento del recurso.
En relación con la salud, Souza subraya los efectos de la exposición a agroquímicos. "No podemos decir que no hay asociación entre los plaguicidas y la salud", afirma. Menciona estudios que vinculan estos productos con enfermedades agudas y crónicas. "El cáncer, las disrupciones endocrinas y las afecciones neurológicas están entre los principales riesgos", advierte.
En Argentina, existen cerca de 460 principios activos de plaguicidas, que al formularse se transforman en más de 4.000 productos. "No es solo el glifosato, también hay otros como la atrazina, prohibida en Europa, y el paracuat, que sigue en uso", señala Souza. Además, destaca el impacto sobre la biodiversidad. "Los plaguicidas afectan a las abejas, fundamentales para la polinización, y a microorganismos esenciales para la fertilidad del suelo", detalla.
Sobre la posibilidad de reducir el uso de agroquímicos, Souza considera que se están dando pasos en esa dirección. "Cada vez hay más alarmas en el mundo sobre los plaguicidas", comenta. Destaca que existen acuerdos internacionales para restringir las sustancias más peligrosas. "Muchos convenios buscan prohibir estos productos porque afectan la salud socioambiental y no reconocen fronteras", explica.
En cuanto a las políticas públicas, Souza señala que la agroecología es un eje en la Agenda 2030 de Naciones Unidas. "Se la plantea como una alternativa protectora de la salud y generadora de empleo", indica. Sin embargo, advierte que la implementación de estas estrategias depende de la voluntad política de cada gobierno.
A nivel global, el futuro de la producción agropecuaria parece dirigirse hacia un modelo mixto. "Es probable que convivamos con una agricultura de alta intensidad en plaguicidas en algunas regiones y una tendencia creciente hacia lo ecológico en otras", concluye Souza.